FRANCIA - el país donde busco inspiración

Paris durante un corto período de tiempo fue mi mundo entero. Una civilización avanzada al borde de la decadencia, me enseña constantemente una y otra vez los valores de una época pasada: Liberté, Egalité y Fraternité. Aquí, la revolución continúa en todo momento: la revolución de ideas, nacionalidades, órdenes, leyes y fronteras. Es aquí donde me siento libre y llena de inspiración. Aquí vuelvo cuando la extraño. País con personas de todo el mundo, con todos los colores de piel, donde cada cuarto habitante es un inmigrante de algún lugar de la Tierra, verifica sus opiniones sobre la tolerancia y la comunidad todos los días. Francia me enseñó a pensar de manera original e independiente, y al mismo tiempo me mostró las leyes que se deben seguir. Era un lugar difícil para vivir, pero también el más hermoso. Siglos de cultura sublime la hacen un lugar rico en conocimiento sobre el mundo, rico en orgullo, aspiración y prestigio. Francia es también el otro lado de la moneda. Al borde del cambio constante, la sociedad francesa experimenta continuamente una tormenta de emociones e impulsos hacia lo nuevo y lo desconocido, acompañado de una sensación de inseguridad. La sensación cuando caminas por el pavimentado y luminoso paseo entre los grandiosos edificios, que remontan a la época del rey Luis, llena de niños africanos jugando en el medio, con el olor del incienso y la música del continente negro en el fondo, hace que de repente algo agarre a tu garganta, y el corazón se congele por un momento. Sacudiéndote, vuelves inmediatamente a ti mismo, dices un cortés ”Bonjour” y, como si tratase de una varita mágica, te conviertes en parte de este exótico barrio, ya no parisino, en el corazón del multiculturalismo francés. Este miedoso francés de hoy, que una vez ha conquistado el mundo entero- el mismo que después siglos ha venido vivir a su propia casa, aparentemente frío y sarcástico - estereotipo que encuentro a menudo viajando por Francia, después de años se convirtió en el mejor amigo que he tenido. Una multitud de experiencias y un complejo trasfondo familiar, hacen que el mismo francés sea una persona muy complicada, a menudo infeliz, a la que entiendo. Esos pocos años, que pasé en París y viajando por Francia, me hicieron fácilmente ahogarme en la inmensidad de sensaciones, que ahora puedo dosificar en una cantidad moderada desde la distancia. Esta peculiar iniciación parisina en el mundo adulto, hizo que viajar a Francia se convirtiera en un elemento indispensable en mis planes anuales. Cada parte de ella estimula de una manera específica. Gastronómicamente delicioso el norte, aristocrático el centro, relajado estilo de vida en el sur y sus territorios dependientes (France d'Outre-mer), crean juntos una mezcla llena de posibilidades, en el país que año tras año, rompe récords de popularidad turística en el mundo entero.